Con el otoño se inicia la época de cosecha de los mejores frutos de la naranja, el gran cítrico, símbolo de la vitamina C y verdaderamente delicioso; tanto para beberla o comerla en gajos o como ingrediente de la cocina. La naranja endulza, perfuma el paladar y posee mucha agua, por lo que su valor energético es escaso. En su composición, además de su conocido contenido en vitamina C, también abundan el ácido fólico, el potasio y el magnesio.
La naranja aporta una cantidad significativa de fibra soluble. En caso de elaborar un jugo, es preferible añadir la pulpa para evitar la pérdida de esta sustancia. El tipo de fibra que presenta favorece el tránsito intestinal, disminuye la absorción de grasa y colesterol, mejora la glucemia -niveles de azúcar en sangre- y tiene un efecto saciante. Es un ingrediente importante en tartas, bizcochos,batidos, helados, ensaladas y salsas agridulces, inclusive con las naranjas amargas, se puede elaborar mermelada casera. No conozco cosa más deliciosa que una buena mermelada de naranja; si es amarga aumenta el placer de que se deshaga en la boca. Hay excelentes recetas de tartas de naranja con sobaos (para darle un toque cántabro), frías y calientes; increíbles ensaladas con gajos o lonchas de naranja que se sirven en restaurantes de la región y que son frescas, pero también aptas para el otoño.
Con naranja se elaboran en los restaurantes pato a la naranja, alas de pollo marinadas con naranja, ensalada de aguacates y naranja, trucha y lomo de cerdo a la naranja; crema de naranja para un sabroso postre, suflé, arroz con leche a la naranja y sorbete para acabar una buena comida y compartir tertulia y sobremesa. La lista de las recetas a base de naranja que se sirven en muchos locales es interminables.
Importante: naranjas, mandarinas y pomelos, tienen propiedades antiinfecciosas, que ayudan al organismo frente a los virus otoñales.