Una vez recolectados los cítricos, empiezan a sufrir una serie de reacciones metabólicas que llevan a la senescencia del fruto, provocando:

               

-         descensos en: la acidez, el contenido en vitamina C, proteínas, firmeza del fruto, agua, propiedades organolépticas, fitoalexinas (sustancias antifúngicas que evitan la aparición de hongos causantes de la podredumbre).

-          aumentos de: etanol y color.

 

Al separar una naranja o una mandarina del árbol, sufren un estrés de agua, producido por la transpiración y por la falta de reposición que le aporta el árbol. Esta es la principal causa de deterioro fisiológico.

En el caso de las mandarinas se agrava más esta situación al ofrecer una alta relación superficie / volumen y menos espesor de corteza que facilitan la deshidratación.

 

De ahí que una solución casera para conservar los cítricos sea poner cada fruto en una bolsa de plástico cerrada, reduciendo así, su transpiración.