Naranjas y mandarinas, contribuyen a la dieta con su aporte de ácido fólico, de forma que una ración de estas frutas (180 gramos) garantiza el 20% de las IDR (ingesta diaria recomendada) para los folatos, que se estiman en 300 mg/día. El ácido fólico forma parte del ciclo metabólico que permite la reducción de los niveles de homocisteína, un metabolito intermedio del cual se sabe con certeza que, en exceso y de manera independiente a los niveles plasmáticos de colesterol, es un factor de riesgo cardiovascular.
Alrededor de las dos terceras partes de los casos de hiperhomocisteinemia se asocian a concentraciones bajas de folato o de vitamina B12. En estado de deficiencia de estos nutrientes, se originan cambios vasculares debido a alteraciones en el funcionamiento del endotelio de los vasos sanguíneos y se favorece un estado pro-coagulante. Naranjas y mandarinas, las frutas más populares en los meses de invierno, son una oportunidad para atender al aporte dietético diario y suficiente de folatos.
No obstante, el cuidado de la salud global, y la cardiovascular en particular, no se ha de medir en exclusiva por medio de la ingesta de alimentos concretos, sino que pasa por revisar y adecuar la dieta en su conjunto a las necesidades específicas del individuo y de sus circunstancias vitales.
Por MAITE ZUDAIRE
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